Conocí a Melissa, una alegre adolescente de dieciséis años, a través de amigos en común. Ella disfruta pasar tiempo con sus seres queridos y asume la vida con una actitud positiva, a pesar de sus desafíos. Cuenta que su infancia estuvo marcada por ciertas limitaciones, ya que cualquier movimiento brusco representaba el riesgo de lesionarse. Además, su madre tuvo que estar atenta a su dieta, pues aumentar de peso podría afectar la estructura de sus huesos, resultando en más heridas. La joven nació con osteogénesis imperfecta (OI) tipo 3, que le ha ocasionado una discapacidad física.

También conocida como enfermedad de los huesos de cristal, es un trastorno genético caracterizado, en la mayoría de los casos, por una alteración en la formación de colágeno, lo que le confiere una mayor fragilidad ósea y riesgo de fracturas, según la Asociación Española de Pediatría. Esta afección genética rara perjudica el tejido conectivo, así como la formación y fortaleza de los huesos.

A raíz de su condición, Melissa ha tenido que visitar a varios médicos y fisioterapeutas para ayudarla a aumentar la producción de colágeno en su cuerpo y fortalecer sus músculos, que se han visto afectados debido a su enfermedad.

Jessica, la madre de Melissa, recuerda que los doctores le dijeron que la osteogénesis imperfecta provoca fragilidad en los dientes y los hace propensos a fracturas, por lo que el paciente puede afrontar problemas en el desarrollo dental, las encías y la oclusión dental. Esto hizo necesario que ella estuviera muy atenta a la salud bucal de su hija.

Melissa (Meli para sus amigos) vive sola con su mamá y su hámster, ya que su padre las abandonó cuando se enteró de su enfermedad. Sin embargo, la madre tomó las riendas de la situación y decidió sacarla adelante.

Meli confiesa que de pequeña, como cualquier otra niña a esa edad, le gustaba jugar con sus muñecas, hacer manualidades, ver películas y escuchar música de su boy band favorita, One Direction, cuyo miembro predilecto es Niall.

Afirma que recientemente ha descubierto una pasión que le ha llenado de alegría y satisfacción. Constantemente se sumerge en el fascinante mundo del arte, a través de su amor por el dibujo y la pintura. En sus obras plasma la armonía de las mandalas, la serenidad de los paisajes y la libertad de los dibujos abstractos.

Además, ha encontrado en la repostería no solo una deliciosa forma de satisfacer su paladar, sino también una expresión de su ingenio. En sus creaciones mezcla ingredientes con la misma maestría con la que fusiona colores y formas. Su vida se ha convertido en un lienzo en constante evolución, donde cada pincelada de arte y cada producción culinaria son testigos de su búsqueda incesante de la belleza y la expresión personal.

Una de las anécdotas agridulces de Melissa ocurrió a bordo del avión en el que viajaba hacia Colombia para sus vacaciones de medio año. Se dirigía al baño cuando comenzó una turbulencia, entonces cayó y se fracturó ambas piernas. Al llegar a su destino, tuvo que ser trasladada a un hospital donde le enyesaron las extremidades afectadas. Aunque el viaje se tornó estresante, la joven pudo divertirse: visitó las maravillosas calles de Cartagena y las exóticas playas de San Andrés en silla de ruedas.

Meli es una guerrera que nunca se rinde. Afirma que, independientemente de las circunstancias, cada día, sea bueno o malo, se puede vivir con una sonrisa contagiosa. En un futuro no muy lejano, espera convertirse en psicóloga, pues su objetivo es ayudar a las personas con su misma condición para que se sientan capaces y luchen por sus sueños, pero con precaución.